Hoy nos toca hablar de Puebla, un estado de gran riqueza cultural y para el día de muertos no es la excepción. En el municipio de Huaquechula, a 50km de la Ciudad de Puebla, encontramos unos altares muy particulares que combinan las tradiciones prehispánicas con las adquiridas tras La Conquista.
Foto: David Paniagua
Los altares de Huaquechula, destacan de otras regiones por su estructura piramidal de 3 niveles, que alcanzan entre los 3 y 4 metros de altura, adicionalmente cuentan con adornos en papel picado y satín blanco. Estos altares combinan la tradición prehispánica, como la religiosa, donde encontramos simbolismos indígenas como la hojaldra que representa el cráneo del difunto y figuras religiosas como ángeles y santos.
Cada nivel del altar está pensado en cumplir diferentes funciones: el primero, representa la vida en la tierra, por lo que generalmente se coloca una fotografía del difunto, así como su comida, bebida y otros objetos personales; el segundo nivel simboliza la unión de lo terrenal con lo divino, donde generalmente se colocan imágenes de la Virgen María y angelitos; para el tercer nivel, que habla sobre lo divino, se coloca por lo regular un crucifijo.
Estos altares, por su gran tamaño, resultan un gran atractivo para los visitantes quienes pueden apreciar estas obras a partir del 1º de Noviembre, después de las 2pm, una vez que las campanas del Exconvento y Templo de San Martín suenan en la Plaza Principal anunciando la llegada de los muertos, quienes son guiados por un camino de flor de cempasúchil que van desde el altar y hasta la mitad de la calle, acompañado de un aroma de incienso y copal que dan el toque final al ambiente.
Otro atractivo es el Exconvento y Tempo de San Martín, que data de la primera mitad del siglo XVI, construido por los frailes franciscanos. Su fachada principal es de cantera y su campanario destaca del resto de la estructura por su color azul. En su interior destacan los murales del claustro y su techo ovalado de la capilla.
Para comer se recomienda probar el mole, el pipián verde con flores de zompantle, el adobo negro y los tamales de ceniza rellenos de frijol. Para el postre, recomendamos los tradicionales dulces como la palanqueta, alegrías y jamoncillo o bien una rica nieve de amantecado, el sorbete o de leche con canela. Si se te antoja un café o un chocolate criollo puedes acompañarlo con un rico pan como rosquetes, marquesotes, hojaldras y evidentemente el pan de muerto.